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Las necesidades de financiación constituyen un elemento inherente al desarrollo del objeto social de toda empresa, independientemente de su tamaño. Buena parte de dichas necesidades están determinadas por el ciclo de operación que, por lo general, es de corto a mediano plazo, y en su forma más básica, se refiere al periodo de tiempo que transcurre entre el proceso productivo que da lugar a bienes o servicios por parte de una empresa y la recuperación del dinero derivado de su colocación en el mercado. A su vez, pueden surgir como requisito para mejorar la capacidad productiva de una empresa, por ejemplo, la ampliación de una planta manufacturera, adquisición y puesta en marcha de un sistema de planificación de recursos empresariales (ERP, por sus siglas en inglés), entre otros, cuya naturaleza es de largo plazo.

Para atender este tipo de necesidades, existen múltiples mecanismos de financiación a los cuales pueden recurrir los empresarios. Esta gama de alternativas, unas más sofisticadas que otras, contempla créditos bancarios, emisión de títulos de deuda, venta de acciones, financiación a través de proveedores, entre otros. No obstante, las condiciones de acceso a dichos mecanismos están estrechamente asociadas a la percepción de riesgo de impago del prestamista frente a su prestatario, la cual tiene en cuenta elementos como el tamaño empresarial, industria, experiencia de mercado, entorno económico, recurrencia en el flujo de ingresos, por mencionar algunos . Dicha percepción de riesgo también deriva en una desconexión frente a lo originalmente solicitado por el prestatario, que en ocasiones puede no estar acorde a la dinámica de negocio a causa de debilidades en materia de educación financiera, sobre todo en el segmento MiPyME mipyme.

En mercados con baja profundidad financiera como el colombiano, esto es, con una baja proporción del PIB apalancado en servicios financieros (44% a septiembre de 2018, mientras que Chile y Panamá, registran proporciones del 90% y 104%, respectivamente),  es común encontrar que los créditos bancarios son un mecanismo de financiación predominante, frente a alternativas como, el mercado de capitales, lo que puede traducirse en barreras de acceso e ineficiencias en la asignación de recursos (fallas de mercado), que se evidencian principalmente en empresas del segmento mipyme. Así, estas fallas de mercado implican imposibilidad para acceder a recursos financieros, altos costos de crédito, plazos insuficientes y otra serie de elementos que impiden que necesidades financieras de las empresas como las mencionadas con anterioridad, puedan satisfacerse.

Las causas son de carácter estructural y van mucho más allá de la política de otorgamiento de las entidades financieras. En lo que se refiere a financiación de largo plazo en Latinoamérica, por ejemplo, estudios realizados por el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial señalan algunas oportunidades de mejora en aspectos como:

  • Fuentes de fondeo e intermediación financiera.Estabilidad jurídica y tributación.
  • Información y segmentación empresarial.
  • Estabilidad macroeconómica.
  • Transparencia e institucionalidad.
  • Profundidad y tamaño del mercado de capitales.
  • Educación financiera.

Avanzar en estos aspectos resulta de suma relevancia, pues promueve un ambiente que mitiga la incertidumbre, en el cual los agentes económicos puedan tomar decisiones bien informadas, en horizontes de tiempo más extensos. Este ambiente en el que la confianza se ve fortalecida, daría mayor dinamismo a los recursos del público, particularmente aquellos que fluyen desde el ahorro hacia proyectos de inversión de largo plazo.

Tal como en el caso latinoamericano, Colombia no es la excepción en lo que se refiere a las oportunidades de mejora arriba listadas. De hecho, al revisar la edición del segundo semestre de 2018 de la Gran Encuesta Pyme llevada a cabo por ANIF, se observa que la mayoría de los créditos solicitados por las pymes y aprobados por la banca se concentraron entre el corto y mediano plazo, lo que a su vez coincide con un balance de respuestas que en general, denota una percepción desfavorable respecto al desempeño de la economía colombiana. Lo anterior supone un reto importante para el Gobierno Nacional y los diferentes actores que conforman el ecosistema de financiamiento en Colombia, lo que requiere articulación interinstitucional, conformación de alianzas, reformas estructurales y otra serie de elementos que se encuentran fuera del alcance del presente artículo.

En un contexto como el colombiano, la banca de desarrollo como instrumento de política pública para solucionar fallas de mercado asociadas a las condiciones de acceso a financiamiento por parte de las empresas del segmento mipyme juega un papel fundamental. Es allí donde Bancóldex tiene grandes oportunidades para desarrollar iniciativas innovadoras, que involucren diferentes actores del ámbito público y privado para dar lugar a productos financieros y no financieros que respondan a las necesidades del corazón del aparato productivo colombiano: las empresas.

 

Elkin Manuel Preciado Hernández
Profesional de Riesgo de Crédito de Intermediarios Financieros del Exterior

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